A—Himsa es el pensamiento puro de la India, la no violencia. El A—Himsa está realmente inspirado por el amor universal. Himsa significa querer matar, querer perjudicar, A—Himsa es pues, el renunciamiento a toda intención de muerte o daño ocasionado por la violencia.
A—Himsa es lo contrario del egoísmo. A—Himsa es el altruismo y amor absoluto. A—Himsa es recta acción.
Mahatma Gandhi hizo del A—Himsa el báculo de su doctrina política. Gandhi definió la manifestación del A-Himsa así:
“La no-violencia, tal como yo la concibo, entabla una campaña más activa contra el mal que la ley del Talión, cuya naturaleza misma da por resultado el desarrollo de la perversidad. Yo levanto frente a lo inmoral una oposición mental y, por consiguiente, moral. Trato de enmohecer la espada del tirano, no cruzándola con un acero mejor afila-do sino defraudando su esperanza al no ofrecer resistencia física alguna. Él encontrará en mí una resistencia del alma que escapará a su asalto. Esta resistencia primeramente lo cegará y enseguida lo obligará a doblegarse. Y el hecho de doblegarse no humillará al agresor sino que lo dignificará…”
¡No existe arma más poderosa que la mente bien encausada!
El ego es quien desune, traiciona y establece anarquía entre la pobre humanidad doliente. El egoísmo, la traición y la falta de hermandad han dividido a la humanidad.
El Yo no fue creado por Dios ni por el Espíritu ni por la Materia. El Yo fue creado por nuestra propia mente y dejará de existir cuando lo hayamos comprendido totalmente en todos los niveles de la mente. Sólo a través de la recta acción, recta meditación, recta voluntad, rectos medios de vida, recto esfuerzo y recta memoria, podemos disolver el yo. Es urgente comprender a fondo todo esto si realmente queremos la Revolución de la Dialéctica.
No debe confundirse la personalidad con el yo. Real-mente la personalidad se forma durante los siete años de la infancia y el yo es el error que se perpetúa de siglo en siglo fortificándose cada vez más con la mecánica de la recurrencia.
La personalidad es energética, nace con los hábitos, costumbres, ideas, etc. durante la infancia y se fortifica con las experiencias de la vida. Tanto la personalidad como el yo deben ser desintegrados. Nosotros somos más revolucionarios en las enseñanzas psicológicas que Gurdieff y Ouspensky.
El yo utiliza la personalidad como instrumento de acción. El personalismo resulta de esa mezcla de ego y personalidad. El culto a la personalidad fue inventado por el yo. Realmente, el personalismo engendra egoísmos, odios, violencias, etc. Todo esto es rechazado por el A—Himsa.
El personalismo arruina totalmente las organizaciones esotéricas. El personalismo produce anarquía y confusión. El personalismo puede destruir totalmente cualquier organización.
En cada reincorporación –retorno- el ego fabrica una nueva personalidad. Cada persona es diferente en cada nueva reincorporación.
Es urgente saber vivir. Cuando el yo se disuelve adviene a nosotros la Gran Realidad, la Felicidad verdadera, Aquello que no tiene nombre.
Distingamos entre el Ser y el yo. El hombre actual sólo tiene el yo. El hombre es un ser no logrado. Es urgente lograr el Ser, es necesario saber que el Ser es felicidad sin límites.
Resulta absurdo decir que el Ser es el “Yo superior”, el “Yo divino”, etc. El Ser, siendo de tipo universal y cósmico, no puede tener sabor a ego. No tratemos de divinizar al yo. El A—Himsa es no-violencia en pensamiento, palabra y obra. El A—Himsa es respeto a las ideas ajenas, respeto a todas las religiones, escuelas, sectas, organizaciones, etc.
No esperemos que el yo evolucione porque el yo no se perfecciona jamás. Necesitamos una total Revolución de la Conciencia. Este es el único tipo de revolución que nosotros aceptamos. En la Revolución de la Dialéctica, en la Revolución de la Conciencia, se encuentra basada la doctrina del A—Himsa.
Conforme morimos de instante en instante la concordia entre los hombres se va desarrollando lentamente. Conforme morimos de instante en instante, el sentido de la cooperación va desplazando totalmente al sentido de la competencia. Conforme morimos de momento en momento, la buena voluntad va desplazando poco a poco a la mala voluntad. Los hombres de buena voluntad aceptan el A—Himsa. Resulta imposible iniciar un nuevo orden de nuestra psiquis excluyendo a la doctrina de la no violencia. El A—Himsa debe cultivarse en los hogares siguiendo la senda del Matrimonio Perfecto. Sólo con la no-violencia en pensamiento, en palabra y en obra, puede reinar la felicidad en los hogares.
El A—Himsa debe ser el fundamento del diario vivir, en la oficina, en el taller, en el campo, en el hogar, en la calle, etc. Debemos vivir la doctrina de la no violencia.
Revolución de la Dialéctica. Samael Aun Weor
La persona que no tiene un corazón caritativo padece del peor de los males cardíacos.
(Bob Hope).
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