Estaba sentada mirando la luna.
Esperaba que en esos días sus años llegaran a su fin.
Una estrella parpadeaba como queriendo decirle algo.
Pero sus ojos, no podían ver lo que ocurría, su vista ya no era buena.
La luna se entrelazaba entre la negrura del cielo, y a su alrededor destellaba una luz preciosa.
Así, se quedo observando un largo rato, mientras reflexionaba.
Se miró las manos, y pensó:
-No reconozco estas manos, parece que ya no pertenecen. Hace poco tiempo que las veía tan tersas y bien formadas. El tiempo es tirano a la hora de mostrarnos al espejo.
Recorrió sus brazos, miró sus piernas, que dejaban verse luego de su falda marrón, y suspiró.
Ya nada era lo de antes. Su cuerpo, era el fiel reflejo del paso del tiempo.
Entonces, se preguntó qué era el tiempo. Quien era este señor perverso, que cuando niños no se deja ver sino a la distancia. Y cuando viejos, se postra ante nosotros como un verdugo.
Entonces, se dijo a sí misma:
-Es hora de morir con dignidad. Mi cuerpo, se ha entregado al olvido, pero mi alma...tiene
todavía intacta esa sensación de eternidad. Tal vez muera mi presencia en la tierra. Pero tengo
la certeza de que solo en este punto moriré. Casi que no creo que esto llegue al final.
No quería convencerse, sino mas bien, era un sentimiento que llegaba desde lo más profundo de
su ser.
Su vida tenía millones de rincones en los que había estado y aprendido. Y su mente, mas que su
mente su alma, tenia ahora una conciencia. Una claridad casi absoluta.
Mirando nuevamente la luna, y luego la estrella parpadeante, pensó:
-Esa estrella que parpadea yo la veo más pequeña que la luna, pero tal vez es solo cuestión de distancia. Estoy segura que si pudiera pararme en la estrella, vería a la luna como un pequeño punto en el cielo. Quien sabe, este cuerpo mio que veo aquí, tal vez si pudiera acercarme, podría ver mi alma dentro.
Mis ojos no pueden, solo la percibe mi corazón. Pero sé que está ahí. Esta vida no termina aquí. Mi cuerpo solo es mi cuerpo, un miserable envoltorio ajado que ha dado a mi espíritu la posibilidad de experimentar la vida humana.
En ese momento, se quedó dormida en el banco del patio de su casa. La luna, quedó mirándola desde lejos.
La estrella la invitó a dar un paseo.
-¿Quién eres tú? -preguntó la abuela asombrada por la belleza-
-Soy tu guía. Me has visto como una estrella, y me has visto en tus sueños también. Soy ese amigo que no reconocías cuando despertabas.
-¡Bendito sea Dios!. Pero si yo lo sospechaba. Siempre supe dentro mío que algo te traías entre manos.
-Así es, siempre estuve tratando de que me vieras de alguna manera. Quiero decirte, que has cumplido bien tus pasos por la tierra. Ahora tienes mas experiencia, has sabido sobreponerte a todas las pruebas. Yo observaba atento tus actos.
-Lo he notado, a veces percibía una guía, alguien que me decía lo que era correcto para mí. A veces dudaba de seguir tal o cual camino, por lo que vendría después. Pero tú desde no se que lugar, me ayudabas a resolverlo.
-Lo intenté. Y veo que lo entiendes. Ahora es momento de partir. Tenemos que volver al lugar de donde has venido. ¿Estás preparada?
-Si que lo estoy, si bien tengo una gran nostalgia de todo lo vivido, creo que mi alma también me lo pide. He reconocido que no soy mi cuerpo.
-Por supuesto, tu cuerpo no eres tú. Cuando emprendamos el camino, entenderás de lo que hablo. Eres diez millones más que tu cuerpo.
-Me siento aliviada, ¿ya nos vamos?
-Cuando tu quieras...
Era más que un sueño todo aquello. La anciana, sintió desprenderse como un globo que se eleva. Y cuando llegó nuevamente a "casa", al lugar de donde vino, sintió el amor más grande que jamás halla sentido un ser viviente.
Comprendió el universo entero en cuestión de minutos (aunque no existía ya el tiempo).
Pudo repasar su vida acompañada de su guía. Pudo ver las cosas que hizo bien, y las que no pudo también. Y siguió aprendiendo luego en este maravilloso lugar, del que no tenía memoria aquí en la tierra. Se reencontró con sus almas amigas, y se contaron lo que habían vivido. Sus experiencias y todo fue una fiesta. Ese era su hogar.
Había transcurrido un período prudente, y su guía le sugirió que ya era hora de volver a nacer.
Revisaron varias vidas antes para elegir la de su conveniencia. El se las iba mostrando.
Esta vez, estaba preparada para algo mas fuerte. Necesitaba fortalecer su alma y su experiencia. Así que eligió nacer en un pueblo judío cerca de Alemania. Ella sabía que luego tendría que pasar por el holocausto. Sabiendo que era muy doloroso dijo:
-A pesar de ver que mi vida será un mar de lágrimas y sufrimiento. Que mi vida será corta, y perderé mi hogar, mis ropas, mis pertenencias completas. Que perderé a mi familia entera, y se me desgarrará el alma al ver a mis hermanos. Estoy dispuesta a hacerlo, porque sé que gracias a eso, gracias a que muchos como yo lo harán, el mundo aprenderá luego que la vida humana tratada con tanto desprecio, es una involución enorme del ser.
Sabrán que un solo hombre, puede llevar a semejante barbarie y que pueden adelantarse.
Por eso, allá voy. Hasta pronto mi guia, nos vemos a la vuelta...
Dedicado a todas las personas que han tenido que morir cruelmente para dejarnos su invalorable legado.
Autora: Naty Brun
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